Peor que nuestros padres

"Vais a vivir peor que vuestros padres". Desde la llegada de la crisis, esta frase se ha convertido en  una letanía que debemos escuchar como parte de nuestra penitencia por haber vivido "por encima de nuestras posibilidades", y que gota a gota van calando en la percepción colectiva de una crisis de la que, sin duda, somos los culpables.

La expresión de marras va acompañada, en esta aventura de convencernos de nuestra responsabilidad, de otros hits como "a partir de ahora, desgraciadamente,  habrá que trabajar más y ganar menos". El mangui que lo dijo duerme en la cárcel. Fue ni más ni menos que el jefe de la patronal española. 

Volvamos a la frase que nos advierte que nada va a ir a mejor. Hay que tomar como referencia la vida que han llevado nuestros padres, y a partir de ahí restar:
un coche peor, una casa peor, un apartamento peor, (¿un yate peor?), unos hijos peores... Ni siquiera podremos soñar con mantener a nuestros vástagos ya adultos, como han conseguido nuestros progenitores.

-¿Vamos a vivir peor que nuestros padres? -- preguntaba el mordaz Jordi Évole (el artista anteriormente conocido como el Follonero) al catedrático Sampedro, entrevista recuperada como homenaje al maestro tras su reciente desaparición. 

-No será peor que nosotros, que vivimos la Guerra Civil. Con 96 años y mucho recorrido vital, sus palabras rezumaba una frescura de ideas que alegraba el alma.

Tras oir a Sampedro, concluyo que a mi entender la sentencia es tendenciosa "vais a vivir peor que vuestros padres... y es por vuestar culpa! (devolved el iPad y los billetes de Ryanair!).

Vaya, parece ser que la actual situación no es ni siquiera el peor de los escenarios imaginables. Nacer en una democracia hace pensar que es el estado natural de las cosas, pero no es así. Tras la tempestad consumista, ahora las estamos pasando bien canutas. Pero sería mucho peor si no contáramos con un Estado del Bienestar cómo el nuestro (educación, sanidad, justícia,) que pretenden desmontar con el argumento de la austeridad.

Sería entonces cuando realmente sí podríamos decir que nos tocará vivir peor que nuestros padres, pero mejor que nuestros hijos.