Otra vez "procrastinating", me encuentro escribiendo en el blog. Así es, en estos momentos debería estar haciendo otra cosa: estudiando para mi examen de francés. Por eso mismo, para huir de mi verdadera responsabilidad, os voy a contar una triste historia. El triste final del canario Pavarotti.
Ya sé que dije que era un tipo molesto, que cantaba sin cesar a todas horas del día, especialmente si ponía la tele. Pues bien, despareció de su jaula una noche, hace un par de semanas. En el balcón había un rastro de plumas, inequívoco indicio de que el suyo no fue un final feliz. El hallazgo lo hizo mi madre, realmente afectada. Sin esperar más de un día y, por tanto, sin prolongar mi descanso más de 24 horas, fue a la tienda de animales para buscarle un amarillo sustituto. Allí le dijeron que algún tipo de ave urbana se estaba encargando de "cepillarse" a tan domésticos pajaruchos, aprendices de moviolas, abriendo la jaula si era necesario para ello. Sofisticado asesino y pobre Luciano.
En la misma pajarería le indicaron a mi madre que habría que esperar para buscarle sucesor. Según parece, aún no es época de cría de canarios, así que habría que alargar en silencio el luto a Luciano Pavarotti, nuestro "tenedor". Luto que incluso está siguiendo nuestra tele, muda, tras estropearse el aparato de TDT no sé si de pena por la falta de tan cantarín amigo y su tititi pipipiri pi fiufiu.
Ya sé que dije que era un tipo molesto. E incluso pedí que alguien lo callase, en este mismo blog. Pavarotti ya no ha vuelto a cantar, y no me despierta por las mañanas-mediodías-tardes-noches. Pero su jaula sigue ahí, como amenazando de que algún día volverá su sonido. A veces la miro de reojo, como esperando oir de nuevo su sonido en cualquier momento.
Lo sé, dije que era un mamoncete amarillo. Un cansino que no cesaba en todo el día. Pero yo no quería para él este final. De hecho, cierto sentimiento de culpa me invade. Era un tío simpático, un poco ruidoso solamente. Quizás tan sólo cantaba para sentirse bien. Espero que esta entrada sea entendida como un pequeño homenaje. Va por ti, Pavarotti, allí donde estés... molestando.
Ya sé que dije que era un tipo molesto, que cantaba sin cesar a todas horas del día, especialmente si ponía la tele. Pues bien, despareció de su jaula una noche, hace un par de semanas. En el balcón había un rastro de plumas, inequívoco indicio de que el suyo no fue un final feliz. El hallazgo lo hizo mi madre, realmente afectada. Sin esperar más de un día y, por tanto, sin prolongar mi descanso más de 24 horas, fue a la tienda de animales para buscarle un amarillo sustituto. Allí le dijeron que algún tipo de ave urbana se estaba encargando de "cepillarse" a tan domésticos pajaruchos, aprendices de moviolas, abriendo la jaula si era necesario para ello. Sofisticado asesino y pobre Luciano.
En la misma pajarería le indicaron a mi madre que habría que esperar para buscarle sucesor. Según parece, aún no es época de cría de canarios, así que habría que alargar en silencio el luto a Luciano Pavarotti, nuestro "tenedor". Luto que incluso está siguiendo nuestra tele, muda, tras estropearse el aparato de TDT no sé si de pena por la falta de tan cantarín amigo y su tititi pipipiri pi fiufiu.
Ya sé que dije que era un tipo molesto. E incluso pedí que alguien lo callase, en este mismo blog. Pavarotti ya no ha vuelto a cantar, y no me despierta por las mañanas-mediodías-tardes-noches. Pero su jaula sigue ahí, como amenazando de que algún día volverá su sonido. A veces la miro de reojo, como esperando oir de nuevo su sonido en cualquier momento.
Lo sé, dije que era un mamoncete amarillo. Un cansino que no cesaba en todo el día. Pero yo no quería para él este final. De hecho, cierto sentimiento de culpa me invade. Era un tío simpático, un poco ruidoso solamente. Quizás tan sólo cantaba para sentirse bien. Espero que esta entrada sea entendida como un pequeño homenaje. Va por ti, Pavarotti, allí donde estés... molestando.
jajajajajaja! Víctor, me dezorino contigo! Aún así, te doy mi más sincero pésame. Mis canarios han criado, si quieres te regalo uno...
ResponderEliminarDe hecho, como anécdota curiosa y para animarte te puedo contar que a mi abuelo hoy mismo se le han escapado dos canarios (el macho y la hembra), uno de ellos, aturdido, se quedó impasible en la terraza sin volar... pero el otro, más espabilado, voló y voló hasta aterrizar al balcón de mi vecina, la cual alertó a mi madre tras escuchar ese ruidoso pero alegre canto en su balcón... mi madre acudió a su casa para atraparlo/a... con tan mala suerte de que cuando fue a cogerlo, ZAS! se quedo con las plumas de su linda colita... y se fue a lo más alto de una palmera de mi calle... pero tras un largo rato, decidió posarse de nuevo en la ventana de mi vecina... y esta vez, mi mami... cautelosa cual lince, lo pudo atrapar sin que nuestro pajarito pudiese lanzar un solo "pio"... eso sí, mi madre se asustó un poco porque del entusiasmo que le puso a su particular caza lo dejo tan aturdido que pensaba que lo había mandado pa' el otro barrio... pero toda historia tiene un final feliz y en estos momentos, los dos canarios (padres de la cria que tuvieron hace un mes) están con su particular "tititi pipipiri pi fiufiu" en su bonita jaula... eso sí, él sin cola, pero tan amarillo como siempre!