Qué Grandia!

Este es el título que he elegido para esta entrada de mi blog, en la que os explicaré un fin de semana de fiestas, risas y convivencia, para dar por finiquitada mi estancia en Gandia, y aprovechar para celebrar, con una semana de antelación, mi cumpleaños.

Mis compañeros de batallas son estos personajes, Iván y Aitor, del elitista municipio de Torrent, famoso por el otrora arròs rossejat, capital de l'Horta Sud, catalogada como Gran Ciudad y en eterna y estéril lucha por igualar a Gandia en clase y categoria.


Pues bien, el resultado de aquella convivencia, a parte de muchas risas, han sido diversas reflexiones y paridas por partes iguales. Como dicen ellos, a modo de "Master Class" vital.

Así pues, pasamos de conclusiones como "el dinero lo compra todo", a otras más esperanzadoras como "el dinero no da la felicidad" (es esperanzadora para los que no tenemos un clavo, si no sería una putada).

Después de estar todo el fin de semana separando papel, envases y vidrio, uno de nuestros compañeros (no diremos quién, vale, Iván?), lo echó todo al mismo contenedor. "Cuidar el medio ambiente está muy bien, pero de vez en cuando hay que darle una lección", fue una de sus posteriores excusas. Claro, para que no se nos suba a la chepa, como con lo del volcán.

Todo empezó el viernes. Aitor tuvo que cumplir con sus compromisos formativos, y fue al master mientras el resto del equipo tomábamos una horchata en la playa, y debatíamos sobre cómo hacerle desistir de otro compromiso: sus obligaciones falleras. Pretendía quedar con la omnipresente junta torrentina al día siguiente, y conseguimos nuestro objetivo. A pesar de que él afirme que "ser de una falla te prepara para la jungla que es la vida".

Diversos personajes entran y salen del escenario de la película de aquel fin de semana, algunos de manera aleatoria y casi casual. De ahí la expresión "Gandia, es un pañuelo": primas, amigas, amigos, ex compañeros de carrera, de trabajo, de fiesta, gente que te conoce del facebook, una chica que se casa vestida de torera y sus colegas cordobesas.... Así pues, una de las opciones, bajo recomendación de Aitor, fue la de titular la entrada "Gandia- Kleenex".

El viernes fuimos a cenar al restaurante de mi amigo Toni Galo. El resultado fue excelente, y le seguiré haciendo publicidad en este blog si me expende un vale por una cena gratis. Dicho queda.

Después nos dimos un garbeo por los tan traídos pubs. Cabe comentar que siempre ha sido un lugar divertido para salir pero, oh, amigo, el tiempo no pasa en balde. Cuando teníamos 20 años, nos parecía una zona estupenda. Ahora nos sentimos "olders". No, amigos, no es que se hayan llenado de niños. Lo que ocurre es que nosotros hemos crecido. Y ya no encajamos.

Aún así, nos pegamos unos buenos bailes en el pub de nombre (aquí su publicidad), y nos fuimos a la discoteca de primera línea de playa (aquí su publicidad). Nos encontramos con gente variada: pijos, maquinetos, rastas, gente mayor, gente joven, chavales celebrando su graduación,... Cada uno a su aire.

Nos fuimos para casa a una hora razonable y, al día siguiente, no fallamos a nuestra visita playera. Nos levantamos tempranos, algo que después dió como resultado una tarde de cocinillas varios, sofá, wii, siesta y mucha pereza.

Por la noche repetimos el plan, en un local de la zona del puerto de nombre (aquí su publicidad). Así que, como fueron noches clónicas, aportaremos la tan conocida expresión etcétera, etcétera, etcétera.

El domingo el cuento cambió, y ya nos costó más levantar el culo, pero aún así fuimos a ponernos morenos, atendiendo siempre a las severas recomendaciones de la OMS sobre cantidad de crema y número de horas de exposición al sol.

Podría contar más cosas, pero para eso está la sección de comentarios, para convertir este texto en un texto multiautor, donde, al igual que ocurre con la vida de Jesús, cada uno escriva su evangelius. Eso sí, me reservo el derecho de eliminar los apócrifos.


Fue un fin de semana fantástico, que me ha llenado de la energía necesaria para hacer la mudanza. Mon dieu!